Sigo leyendo a Tranströmer. Poco a poco, de la única forma que sé leer la poesía que la historia o la frecuentación no me han hecho cercana y por lo tanto digerida. Hay un punto personal de encuentro con sus primeros poemas. Concede un gran espacio al paisaje. Un paisaje nórdico, el suyo. El paisaje no es solo el escenario, es la guía de interpretación. Algo no desconocido. Pero no es el paisaje percibido como el escenario de una vida hecha a la medida de quien lo mira por los clásicos ni el que exterioriza al escritor, a la manera romántica, es lo que viene dado, lo inexorable, la clave. Lo que permanece igual a sí mismo a una escala temporal y existencial mayor que la vida humana. El paisaje es una categoría que exige rendición y acatamiento. Una dimensión inalterable de la que somos parte. Es curioso que esta elección sea la de un poeta con formación de psicólogo.
MAITE PÉREZ LARUMBE 